Terrorismo Contra La Biosfera

Por

Dr. Moti Nissani

Traducción preliminar de versión inglesa (2005):

http://www.dissidentvoice.org/Nov05/Nissani1123.htm

(traducción por Hugo Ansaldi, El Bolsón, Argentina)

 

<Michelangelo, El Diluvio, 1509> 

 

 

En el año 1948, Henry A. Wallace, en aquel momento un reciente ex-vicepresidente de los Estados Unidos, opinó que su país había llegado a un momento crucial, una intersección en que podía hacerse "la mas odiosa nación en la historia humana.” Casi seis décadas tuvieron que pasar antes que esta predicción de Wallace llegara a punto de realizarse. En parte esta demora se debe a la astucia y ubicuidad del sistema de propaganda yanqui (probablemente, algo de lo que va Ud. a ver esta noche en su televisión ¡son ejemplares de esta telaraña!), en parte se debe al hecho que, dentro de su propio país, hasta el año 2001, estadounidenses ordinarios de descendencia Europea han sido comparativamente ricos, tolerantes, letrados, y libres.

Pero ahora las mismas ventajas de EE.UU. parecen estar en el punto de esfumarse, complicando bastante el trabajo de los publicadores del país, como CNN, New York Times, Newsweek, o Hollywood. Además, el sistema brillante de propaganda estadounidense se puso en otra desventaja: tiene que oscurecer, justificar, y glorificar una política externa escalofriante evocadora del imperio romano de larga vida y del imperio Nazi de vida bastante breve. Diariamente el neo-colonialismo está aumentando, las miles de guarniciones del imperio están salpicadas por el mundo entero, y, frecuentemente, lideres elegidos por la mayoría de la gente, a la fuerza o clandestinamente, son reemplazados con colaboracionistas.

Tenemos que acordarnos, de cualquier modo, que no hay nada de nuevo en las acciones estadounidenses crueles contra la gente del mundo, y contra, particularmente, los ciudadanos confundidos del imperio propio. La minoría pequeñísima y riquísima que realmente controla la política, las elecciones, y los medios publicitarios del país ya mataron con sangre fría más gente de Bagdad que Genghis Khan, causaron casi más sufrimientos a la gente Cubana que el genocida Cristóbal Colón, ya  sacaron más sangre de las "venas abiertas de América Latina" que España, y han infligido mas injusticias a  su gente propia que los oligarcas Atenienses o Siracusanos infligieron a sus gentes.

Además, tan escalofriantes son estas brutalidades norteamericanas, que son una amenaza para la supervivencia de nuestra especie y otras especies. Uno puede subsistir bajo estas brutalidades estadounidenses, esperando que Alberto Einstein tuviera razón, que Estados Unidos anda loco, que ya no más está "receptivo a consejos razonables", y que su desarrollo está siguiendo "los eventos de   Alemania desde el tiempo del emperador Guillermo II: veía muchas victorias hasta el desastre final". En otras palabras, uno puede sufrir los crímenes del imperio y aún se hace la esperanza por un futuro en que decencia, racionalidad, y hermandad prevalezcan. Aunque en la derribada Falujah, en la asediada Santiago de Cuba, en la aterrorizada Port-au-Prince, en la oligarquía del Riad, en la triste Gaza, uno pueda retener una medida razonable de esperanza en un mejor porvenir— aunque no, tal vez, por sí mismo, por lo menos por su patria y por la familia humana en conjunto.

El acto terrorista más imperdonable, creo yo, es el acto que nos priva de la esperanza en el mejor porvenir. Sin embargo, las acciones estadounidenses ya nos privan de esta última gota porque, cuando hablamos del medioambiente mundial, EE.UU. precipitadamente pone en peligro los fundamentos biológicos y físicos de la vida. Y es precisamente esta precipitación que puede convertir   a este bastión anterior de libertad en el más odioso país en los anales de nuestra especie. La lucha contra la biosfera se conduce por un  frente anchísimo, incluso tácticas deliberadas de superpoblación, armas nucleares, electricidad nuclear, depleción de la ozonósfera, y las extinciones masivas de flora y fauna. Aquí, tengo suficiente espacio para iluminar este proceso con solamente un crimen: el efecto invernadero (=calentamiento global).

EE.UU.—con mucho el peor contaminador del medioambiente de la toda superficie de nuestro verde y sucio planeta—rehúsa admitir la existencia de la amenaza invernadero—sin hablar de cualquier esfuerzo por parte de este país en resolverla. El mundo se está quemando mientras el gobierno de EE.UU. nos lava los cerebros con su encantada música de verdades a medias y trivialidades incesantes.

Si de repente penetramos esta cortina de humo, los hechos parecen bastante simples. Los niveles del carbono dióxido en la atmósfera mundial están subiendo constantemente y medidamente, tanto como los niveles de otros gases invernaderos, por ejemplo, metano. Cada década es más caliente que la década anterior. Los inviernos son más cortos y menos fríos; los veranos más largos y calurosos. Tormentas extraordinariamente violentas devastan Filipinas, Japón, y el mar Caribe. Ciertas regiones del mundo están asoladas por sequías sin precedente, mientras otras regiones sufren inundaciones que baten los récords del siglo pasado. Los casquetes glaciares se están derritiendo al mismo tiempo que los niveles de los mares están creciendo. Insectos hediondos de África del Norte están colonizando a Inglaterra.

Aunque estos hechos puedan ser equivocados, en este momento están aceptados por la vasta mayoría de los científicos del mundo. Controversias científicas genuinas (quiere decir, distintas de las controversias que habían "cocinado" los billonarios banqueros que constituyen el gobierno real de EE.UU.) solamente tienen que ser sobre el porvenir, no sobre datos básicos. Nosotros hombres y mujeres de la ciencia no podemos fiablemente predecir direcciones del porvenir de entes tan complejos como el clima del mundo. En cambio, debemos recurrir a modelos, probabilidades, extrapolaciones, y proyecciones. Esto es lo mejor que podemos hacer. Nuestra bola de cristal—y la bola de los científicos, a pesar de sus debilidades obvias, es la mejor que tenemos—dice que los niveles de los océanos probablemente continuarán subiendo, que algunas ciudades bajas se juntarían con la legendaria Atlantis. Algunas especies continuarían  desapareciendo, aun peor y más rápidamente que lo que están desapareciendo ahora mismo. Tragedias humanas, con una magnitud mucho más inmensa que las de Nueva Orleáns o de la gente Iraqi, parecen probables. Una proyección llameante implica el metano, que es uno de los gases invernaderos, y que es bastante abundante en las heladas capas superficiales del suelo del norte lejano. El calentamiento global podría descongelar   algunas cantidades de ese metano y soltarlo en la atmósfera. Resultaría que las temperaturas del mundo subirían, especialmente en el área ártica. Entonces, las pocas más altas temperaturas podrían causar más derretimiento y liberación adicional del metano y temperaturas un poco ya más elevadas, un proceso que podría culminar en una reacción en cadena que es demasiado aterrorizante para contemplar. Más de una década antes, el Profesor George Woodwell ya sentía que “la habitabilidad continua de la tierra está claramente en cuestión."

La contestación de los cargos por los apologistas de Estados Unidos es "pobreza". Insisten en que, aunque uno esté dispuesto a conceder la realidad del calentamiento global (y ellos no lo están), EE.UU. y el mundo no tienen con qué comprar el remedio. Es decir, no tienen los recursos financieros para mejorar el efecto invernadero. Pero, esta es una mentira descarada (y más peligrosa, yo creo, que cualquiera de Hitler o Stalin), y no solo porque la  oligarquía norteamericana está dispuesta a gastar cualquier cantidad de dinero (del estado, no de su propia cuenta) para re-colonizar Irak y robar el petróleo de los habitantes tristes de esta tierra antigua, dispuesta a aumentar sus ganancias del petróleo venezolano, está dispuesta a liberar a sus propios oligarcas de la responsabilidad del sistema progresivo de impuestos, o está dispuesta a matar cualquier enemigo peligroso para ellos (como, probablemente, M. L. King, los tres Kennedy, el presidente Allende, John Lennon, el sindicalista Reuther, y muchos otros). Es una mentira a causa de una razón mucho más elemental. En el año 1992, en uno de los momentos raros de candor de los medios norteamericanos de comunicación de masas, la revista norteamericana Newsweek escribió:

 

Durante los primeros años de la administración de Bush [el padre del actual presidente], cálculos aproximados muy discutidos para la disminución de los gases invernaderos fueron de $100 billones a la estupenda suma de $3.6 trillones. Aquellos cálculos han compuesto una omisión asombrosa. La manera de controlar las emisiones del carbón es aumentar la eficacia del uso de la energía. Los números grandes contaron con los costos monetarios de tecnologías nuevas de conservación, pero no contaron con el valor del combustible ahorrado. Si añadíamos los ahorros de las energías, los analistas Amory y Hunter Lovins mostraron en una investigación importantísima, que. . . sería posible imaginar cortar gases del invernadero lucrativamente. . . . Hoy día, la Casablanca de Bush [el Padre] está poniendo en marcha su Estrategia Nacional de Energía, [que no logra ver] que la conservación de los recursos, el control de la contaminación del medioambiente, más bajos precios por la energía, y una inversión defensiva contra el calentamiento global, podrían lograrse simultáneamente con el ahorro de la energía . . . [Además, visto desde la perspectiva de superpoblación y aumentos en las calidades mundiales de la vida], mejoramientos significativos en la eficacia del uso de energía son imperativos si el termómetro sube, baja, o se queda en el mismo lugar.

 

Tales opiniones reciben apoyo de muchas investigaciones por los más respetados, conservadores, y serios cuerpos científicos de la tierra norteamericana, incluso una investigación gigante del año 1992 hecha por La Academia Nacional de Ciencias de Los Estados Unidos, y otra investigación gigantísima del año 1997 por el Ministerio Federal de la Energía. No es posible calcular precisamente los ahorros anuales de tales acciones no verdaderas, pero estoy dispuesto a aceptar el cálculo tentativo de que aquellos ahorros superan $ 200 billones para EE.UU. (y, por supuesto, mucho más por el resto del mundo).

Para convencernos de que resolver el problema invernadero nos costará menos que nada, vamos a imaginar que las fábricas de vehículos fueran requeridas a producir carros que desarrollen 36 Km. por litro en vez, supongamos, de 12. La tecnología para producir tales coches ha estado disponible por lo menos hace 20 años y, con la tecnología de producción de masa, tales coches se podrían últimamente producir por, más o menos, el mismo costo que los coches borrachos de hoy día. Con el mejoramiento de la eficacia, cada norteamericano ordinario (que paga mucho más por su petróleo que los venezolanos) puede ahorrar, cada año, por lo menos $600 (1.290.000 Bs.). Si extrapolamos semejantes medidas de conservación por el aislamiento de casas, iluminación artificial, empresas industriales, motores eléctricos, etc., y los implementaran en todo EE.UU., el ahorro ya crece mucho más. Además, si conservaran combustibles fósiles, los estadounidenses pueden ahorrar los billones de dólares que están gastando ahora para tratar enfermedades como asma y cáncer. Resulta que el sentido común, la historia humana, economía, y ecología, todas dirigen a una conclusión indudable: Si el mundo decidiera luchar significativamente contra el efecto invernadero, el mundo podría ahorrar una fortuna increíble.

Ya dejamos con las preguntas: ¿Qué pasa aquí? ¿Por qué EE.UU. está poniendo la vida entera en tan grave peligro? ¿Por qué está innecesariamente arriesgando la salud y bienestar de sus propios ciudadanos? ¿Por qué les roban su dinero? ¿Por que está jugando el gobierno de  EE.UU. ruleta rusa con el porvenir de nuestra especie? ¿Son locos los líderes del país? ¿Viciosos? ¿Idiotas? Es cierto que les faltan principios, clarividencia, y decencia común, pero estos datos solos no pueden, creo yo, explicar los crímenes medioambientales. La repuesta más inclusiva es que, en este momento, los políticos norteamericanos son títeres de las empresas grandes del país, gastando la mayoría de sus horas de trabajo solicitando favores innumerables de ellas, incluso sobornos (que la prensa norteamericana erróneamente llama "contribuciones de campaña.”) En cambio, sus patrones corporativos contaron con que sus títeres robaran la biosfera y la gente del mundo entero y que convencerían a la mayoría mundial que, como dijo el presidente norteamericano Cleveland, "el negocio de América es hacer negocios". Por su dinero, tienen los billonarios las expectativas de que sus títeres convenzan al pueblo que lo que es realmente una transferencia masiva de riqueza desde las clases bajas y medias hasta la más rica del 1% de la población es nada más que "reducciones en impuestos", que un diseño para que los hombres ordinarios y decentes olviden quienes son sus verdaderos enemigos y que voten contrariamente a sus intereses y principios es "una lucha contra el terror", y que los amantes de la guerra y de la injusticia social son "cristianos verdaderos", aunque, en realidad, Cristo fue un campeón intransigente de los pobres y del pacifismo.

Los políticos norteamericanos, se quiere decir, son las víctimas de un sistema político de profundísima corrupción. Pero, hay muchas otras víctimas. Los billonarios que controlan las empresas grandes, a pesar de sus estilos confortables de vivir, son también prisioneros de este sistema. La gran mayoría de estos amantes del oro, estos scrooges, tienen poco tiempo para la historia (Henry Ford: "la historia es sandez"), poco respeto por la literatura, cero compasión por los demás. Son victimas de un vicioso sistema de competición que descarta el porvenir y que está obsesivamente preocupado con las ganancias del día. En esta versión cruel y despiadada de la vida, los hombres que manejan empresas como Exxon y GM tienen que vender más petróleo y más coches de lujo para asegurar sus ascensos corporativos. En la ausencia de la regulación del gobierno, tienen que contraponerse a la conservación de la energía, torpedear significativos acuerdos internacionales, y socavar el porvenir de sus propios corazones, pulmones, maridos, y nietos. Si los despiden, y si siguen sus nuevas perspicacias, perderían sus puestos, poderes, y Ferraris.

Toda esta es una tragedia que nos deja solamente con piedad por los villanos y simplones que sirven a un sistema sin alma y que, poco a poco, destruyen la vida.

"La historia", dijo el escritor norteamericano Kurt Vonnegut, "léala y llore." Si no contenemos los crímenes estadounidenses contra la naturaleza —de  cualquier modo que sea—ya estaremos mucho más llorosos antes que termine el siglo XXI.

 

Dr. Moti Nissani enseña en Wayne State University, EE.UU. y, ahora vive en Patagonia. Algunas de sus publicaciones están accesibles aquí:

 http://www.is.wayne.edu/mnissani/